La serpiente Kaa
De las teorías de Piaget, uno de los padres del constructivismo, en el que se fundó la fracasada primera reforma educativa socialista y que subyace en el sistema educativo actual, se puede deducir que el pensamiento está antes que el lenguaje y quizá tenga que darle la razón, al ver cómo se expresan muchos políticos “mediócratas” y cómo la actual ministra de fomento piensa más rápido de lo que habla. Yo, sin embargo y por mera intuición, creo que Vigotsky tenía razón al suponer que pensamiento y lenguaje son simultáneos.
Antes de que algún pedagogo se eche las manos a la cabeza ante la profanación de las teorías de los personajes que acabo de citar, iré al grano, lo que me preocupa realmente sobre este tema es el lenguaje absolutamente vacío, carente de contenido, de significado, de mensaje y, por ende, de pensamiento, que emplean muchos políticos, preocupados únicamente de dar bien ante su público. Lo importante es aparecer, figurar, llegar, estar y, si es posible, quedarse mucho tiempo, pendientes únicamente de aparentar. En este oficio se han especializado el actual gobierno de la nación y el partido que lo sustenta, son rápidos de lengua, propensos a la demagogia y a los excesos, prontos en el exabrupto y amigos de sambenitos, pero carentes de ideas que poner sobre la mesa para resolver los problemas de los ciudadanos.
¿Quién puede mantener un diálogo sereno de este modo, sobre los temas que de verdad nos preocupan, cuando el lenguaje no refleja el pensamiento, cuando las palabras no aportan ideas? Así no es posible debatir y es fácil caer en la trampa de emplear la misma táctica y enredarse en una espiral de demagogia que, en cierto modo, me recuerda al eterno intento de duelo narrado por Chesterton en "La Esfera y La Cruz", si no fuera porque los duelistas de la obra sí debaten sobre temas trascendentales. Así no es de extrañar que proliferen los programas de televisión en los que se oye más ruido que nueces, en los que lo importante es quien pierde antes el pudor, o quien dice la burrada más grande o quien levanta más la voz.
Estamos tan acostumbrados a escuchar esta jerga, a oír la cantinela del argot aprendido por los profesionales de la política, que se imitan unos a otros, que nos hemos olvidado de que las palabras no son nada si no expresan una idea, si no ofrecen un proyecto, si no proponen un plan. En política, la simple expresión de emociones, la promesa de felicidad inconcreta, de prosperidad indeterminada, de futuro prometedor está al alcance de cualquiera. No pondré ejemplos, asómese el lector a cualquier medio de comunicación y oiga, porque escuchar exige también que el hablante diga algo, lo que sale por la boca de muchos de los que andan en campaña, expertos en vaciar las palabras de contenido para vaciar los cerebros de quienes les oyen. La entrevista que emitió Antena 3 a Rodríguez Zapatero, le recuerda a una inteligente amiga, la escena de El Libro de la Selva en que Kaa (ZP), la serpiente, con ojos hipnotizadores, casi se come al pobre Moogli (España), salvado in extremis por Bagheera (...).
Desacreditar al contrario sólo por ser adversario, por evitar que alcance el poder, por conservar el terreno ganado, no me parece legítimo. Vender falsas esperanzas, ofrecer motivos para creer sin fundamento, promover expectativas irreales, me parece criminal.
Si pensamiento y lenguaje son simultáneos, como he atribuido a Vigotsky, sólo puedo concluir que quien no expresa ideas es que no las tiene y, si el pensamiento es anterior al lenguaje como, seguramente de modo erróneo, he atribuido a Piaget, he de suponer que nos quieren engañar.
Los ciudadanos podemos remover esta marea de embaucadores que, para seguir en el machito, nos quieren envolver con palabras que no encierran ningún pensamiento. Hagámoslo.
El obispo de Constantinopla, se quiere desconstantinopolizar, el desconstantinopolizador que lo desconstantinopolizare buen desconstantinopolizador será.