Pirañas en el bidé

A la vista de los resultados electorales en Cataluña lo primero que se me vino a la cabeza fue la imagen de una persona yendo confiadamente a asearse los bajos en un bidé lleno de pirañas, con resultado evidente y me pregunté, ¿qué impulsa a un hombre corriente a sentarse indefenso, una y otra vez en esa pieza en extinción del mobiliario doméstico sabiendo que el resultado será cada vez peor?, ¿por qué un tipo cualquiera de Tarragona se levanta por la mañana y mientras se afeita, en lugar de pensar en su agenda matinal, en su trabajo, en sus hijos, empieza a sufrir hasta el extremo porque la frontera oeste de su país termina en León en lugar de en Gerona?

Sigmun Freud se hizo una pregunta mucho más profunda que las mías: “¿cómo es posible la cohesión de masas, y qué fuerzas se oponen a esta unión para destruirla y sumir a los individuos en un malestar sin solución?” ¡Uf!, creo que podría hacer la pregunta un poco más inteligible para mí, ¿cómo es posible que sigas apoyando a tu equipo de futbol si son unos mantas? Al final lo que me sorprende es el empecinamiento de muchos en el sufrimiento, a pesar de tener a mano la ocasión de ser felices, y me escandaliza mucho más cuando eso ocurre junto a otros que sufren de verdad, me hierve la sangre cuando veo a alguien desencajado por defender lo que otros le han vendido como una idea junto a los que calladamente rezan por su vida en un hospital, esté aquel a la distancia que sea de la frontera con Portugal.

El caso es que ese camino, que no solo la sociedad catalana ha emprendido hace tiempo, sino que me atrevería a decir que el mundo entero lo sigue a diferentes velocidades, eso sí, conduce inevitablemente a la división, al sufrimiento y al final a la destrucción, para goce de las pirañas que engordan y se multiplican devorando los restos.

A cierta distancia del límite provincial de Tarragona, algo más cerca de la linde con Portugal, vive pacíficamente, aparentemente ajena a las divisiones suicidas de los catalanes, la sociedad segoviana, y digo aparentemente porque las escaramuzas de algunos líderes, a imitación de sus mayores, sí parecen alentar las divisiones basadas en la excusa ideológica como única oferta a quienes les puedan aupar a la poltrona, nos hemos acostumbrado a ello y apenas nos damos cuenta o, en el mejor de los casos, otros se resignan a este sino inevitable que conduce a la decadencia.

Algo más lejos aún de Tarragona pero a tiro de piedra en Ave de Segovia, los cordobeses, aparentemente menos resignados y consumidos por la división ideológica, han sido capaces de aunar esfuerzos por el bien común, de liderar un proyecto y sumar a las demás fuerzas políticas y sociales, de implicar a las diferentes administraciones, para presentar un plan para un gran centro logístico militar que, con cierto empujón de una ministra nacida en la provincia, pondrá a Córdoba varios escalones más arriba en el progreso económico y social.


Esa es la consecuencia de nuestra deriva, eso es lo que pasa cuando lo ideológico prima sobre todo y lo impregna, cuando se fomenta la división y se pierden fuerzas para luchar por lo común. Conocí la noticia de la adjudicación a Córdoba del centro logístico el mismo día en que se cumplía el segundo aniversario de la muerte de mi padre, que fue jefe de labores de la entonces Base Mixta y me resulta difícil describir el dolor que como una puñalada atravesó mi alma al leer la noticia. ¿Cómo es posible que hayamos sido incapaces en esta provincia de preparar una alternativa solvente?, ¿cómo hemos dejado escapar algo tan nuestro mientras lo veíamos menguar sin hacer prácticamente nada salvo lanzar soflamas y promesas vacías?

Pero mi frustración no procede sólo de no haber alcanzado la meta los primeros sino de la constatación de que esto es la consecuencia irremediable de no haber ni siquiera competido y siento vergüenza de las pobres excusas que se exhiben para escurrir el bulto. No quiero señalar a nadie, todo el mundo se habrá hecho una composición de lugar al respecto. ¿Vamos a seguir por el mismo camino que Cataluña, divididos, inventando problemas mientras estamos dispuestos a dejar que las pirañas nos devoren por donde más duele, o vamos a tomar el ejemplo de Córdoba para remar juntos hacia adelante? Me consta que en Segovia hay mucha, mucha gente aún que estaría dispuesta a premiar la unión y la colaboración por encima de las siglas, esa es mi esperanza y esa es mi opinión que, naturalmente, puede usted no compartir en absoluto, pero que espero que no nos enfrente.

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