El orden (machista) de los factores

Al estudiar las operaciones algebraicas, como por ejemplo la suma, se comprueba que, entre otras, tiene una propiedad llamada “conmutativa” que se enuncia del siguiente modo: “el orden de los sumandos no altera la suma”; es fácil comprobar que 2 más 3 arroja el mismo resultado que 3 más 2. Si estudiamos la multiplicación comprobaremos que posee una propiedad similar y cuyo enunciado es universalmente conocido: “el orden de los factores no altera el producto”; igual que antes podemos comprobar, sin ayuda de calculadora, que 2 por 3 es lo mismo que 3 por 2.

Estoy de acuerdo con Vincenc Font Moll, profesor de Didáctica de las Matemáticas la Universidad de Barcelona,  cuando afirma que “una buena formación matemática permite la creación de ciudadanos competentes, capaces de juzgar y criticar las decisiones de sus autoridades”. Como Font, creo que una buena formación matemática puede servir de base para asentar otros conocimientos y adquirir capacidades intelectuales que nos permitan alcanzar el estatus de ciudadano, libre de participar en la sociedad, y capaz de gobernar su destino, aportando valor a la nación en la que reside. Al contrario, una formación deficiente genera votantes influenciables, propensos a la actuación emocional, incapaces de distinguir el grano de la paja y susceptibles de ser manipulados, personas que sólo recuerdan vagamente algo de lo que oyeron en la escuela, mucho tiempo atrás, sobre el orden de los factores, pero han terminado creyendo que es mentira, que lo del orden de los factores era un cuento al que no ven aplicación práctica.

Puede que para ciertos gobiernos tercermundistas, tener bajo su dominio un pueblo inculto y primario sea una ventaja para su supervivencia, pero las democracias modernas deben hacer un esfuerzo constante, mayor cada vez, por proporcionar a sus ciudadanos una educación sólida, aún a riesgo de que esos ciudadanos se pongan enfrente del gobierno de turno para cambiarlo. Una sociedad civil bien formada arrancará del estado sus derechos y los ejercerá con naturalidad, se habrá convertido en una colectividad justa en la que la igualdad de oportunidades será una realidad, donde los individuos podrán alcanzar sus metas sin la tutela de gobernantes paternalistas que creen saber mejor lo que les conviene a sus súbditos.

Pero por mucho esfuerzo que un docente ponga en explicar las propiedades de las operaciones aritméticas y las leyes que las gobiernan, si el resto de los ciudadanos no cooperan en la tarea educativa, muchos de sus discípulos terminarán recordando únicamente lo accesorio o lo anecdótico,  olvidando lo sustancial para desesperación de quienes ponen su empeño en esta noble tarea. Es necesario un compromiso social amplio que extienda la concienciación ciudadana con la implicación de la familia, los amigos y el entorno de las víctimas, para prevenir el maltrato.

Mientras eso se consigue, hasta que alcancemos la meta, en tanto que no logremos una sociedad madura y bien formada, hay que explicar con toda claridad a esos cobardes energúmenos que asesinan a su pareja y luego se quitan la vida que, por lo que a ellos respecta, el orden (machista) de los factores no altera el resultado, así que lo más recomendable, conveniente, fácil y cómodo es que inicien la secuencia por su propio suicidio, dejando lo de su pareja para después. 400.000 mujeres sufren maltrato al año en España, de ellas sólo 120.000 se atreven a denunciar su situación y 70 mueren a manos de sus cónyuges. Sus asesinos no notarán la diferencia si invierten el orden, si antes de poner la mano encima del más débil se pegan un tiro o se tiran por un puente; se pudrirán igualmente en el infierno y otros seres humanos tendrán la oportunidad de rehacer sus vidas.
Next Post Previous Post
No Comment
Add Comment
comment url