A Dios rogando...

El lenguaje de muchos políticos contemporáneos en campaña (hoy día la campaña dura desde una elección a la siguiente) se llena de retórica florida, libre de ideas, convenientemente sazonada con medias verdades y lugares comunes que únicamente tiene en cuenta un objetivo, permanecer en el poder y, subsidiariamente, impedir que otros lo ocupen.

Los días previos a las elecciones europeas hemos asistido a una intensificación de esta campaña cotidiana que ahora, tras el resultado, se puede juzgar con sentido crítico (a toro pasado siempre es más fácil).

Se han escrito ya muchas cosas sobre este tema, pero no me resisto a la tentación de señalar un aspecto, que me parece muy importante, y es que la mayoría de los que han acudido a las urnas han dado su respaldo al Partido Popular, huyendo de la campaña para tontos que ha hecho el rival.

Una cosa es que los españoles nos permitamos algunos lujos de vez en cuando, como dejarnos gobernar por el líder del planetario "bibianismo" y otra, que le permitamos insultar a nuestra inteligencia y dilapidar la herencia alegremente en políticas sin rumbo, erráticas y volubles, y en experimentos improvisados con las cosas de comer.

El PSOE continúa en su carrera ideológica a ninguna parte, haciendo las cosas porque son "progresistas", de izquierdas, como el cierre de centrales nucleares, la derogación del plan hidrológico y de la LOCE o la negativa a las reformas estructurales, educativas o laborales necesarias, prefiriendo incrementar los subsidios exponencialmente a costa de un incremento insostenible del paro.

No creo que sea prudente extrapolar los resultados a futuro y descansar en los laureles, creo que es el momento de replantear el porvenir con seriedad, sabiendo que España está deseando un recambio satisfactorio en el gobierno, pero que no exculpa a los trileros de la política.

El pueblo español es muy generoso, perdona muchas cosas, recuérdese como votaba obstinadamente al partido de González a pesar de la que estaba cayendo, pero no dispensa que se le tome el pelo, que se le tome por tonto.

España es un país que ha madurado políticamente y que está dispuesto a apoyar a una alternativa seria, como la que ganó las elecciones de 1.996, ofrecida por un partido refundado y renovado, que proponía un proyecto alternativo sólido, en el que creía y en el que confió la mayoría de los españoles, renovando y aumentando esa confianza en 2.000.

La confianza es el aspecto más importante que busca el votante, y para que alguien confíe en un partido, primero, los que estamos en él, debemos confiar en nosotros mismos y en nuestro propio proyecto. Confianza, que no fe, proyectos sensatos y no "motivos para creer", dejemos la Fe para Dios y exijamos a los políticos que se dediquen a trabajar. A Dios rogando, pero con el mazo dando.



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