Por el camino de baldosas amarillas
Rodríguez Zapatero quiere salir de la crisis calzando sus ideas socialistas, al modo en que Dorothy Gale confió a sus zapatos rojos su itinerario de vuelta a casa, por el camino de baldosas amarillas, en la tierra de Oz. Dorothy debe derrotar a la malvada Bruja del Oeste y Rodríguez ha de enfrentarse a los malvados “neocon”.
Lo cierto es que este cuento está lleno de personajes y situaciones de los que se podría sacar mucho partido en busca de analogías, pero no quiero ir por ahí, aunque animo a quien lea este escrito a buscar en el libro de L. Frank Baum y descubrir qué personajes de la actualidad política se pueden esconder tras la Bruja Mala del Este, o del León sin valor, o del Espantapájaros sin cerebro, o del Hombre de Hojalata sin corazón.
Lo que verdaderamente me aterra de todo esto, es que el modo en que José Luis Rodríguez Zapatero nos gobierna, se parece cada vez más al camino hacia la ciudad esmeralda, por el que él discurre indolente, bailando y canturreando sobre las baldosas amarillas, de la mano de sus vicepresidentas, alejado por completo de la realidad. Y es que eso es lo propio de la fantasía, la lejanía de la realidad. Quiere salir de la peor situación a la que se ha enfrentado España con recetas de cuento infantil.
No ve lo que tiene delante ni quiere tomar las riendas de la situación con valentía, afrontando los cambios necesarios. Prefiere mirar al arco iris y confiar en los zapatos rojos y en los sucedáneos del cerebro, del valor y del corazón que el Mago de Oz le entrega a sus ministros y ministras.
Dorothy termina por descubrir que el poderoso Mago de Oz, habitante de la ciudad esmeralda, es una estafa, que es un hombre común que no tiene poder alguno y que no puede ofrecerle lo que busca, ni a ella ni a sus amigos. Al final despierta del sueño, después de golpear los talones de sus zapatos rojos, y todo vuelve a la normalidad.
Al contrario que en la fantasía, golpear los talones de las bases socialistas del gobierno no nos despertará de esta pesadilla, porque es real, no imaginada y no se puede combatir con medidas de cuento de hadas, con cortinas de humo para distraer la atención del público mientras ZP saca de la chistera píldoras postcoitales, bombillas chinas, planes con Ē, emancipación de las adolescentes...
"...los sempiternos asesores electorales buscan provocar que los obispos salgan a las calles asustando al personal y metan en las urnas un millón de votos socialistas, tal como hicieron en marzo del año pasado…". No lo digo yo, lo ha dicho alto y claro Joaquín Leguina, presidente socialista de la Comunidad de Madrid desde 1983 a 1995.
No existe ese lugar sobre el arco iris del que Zapatero oyó hablar en una canción de cuna. Ningún Mago de Oz nos dará la confianza perdida ni nos devolverá la productividad ni la competitividad necesarias. Las reformas estructurales que todo el mundo sabe que necesitamos no las hará Sarkozy. El camino es largo y duro y se necesita sentido común para aplicar tratamientos realistas, reformas profundas y no paños calientes, a la sangría de paro que padece España. No es verdad que nadie pueda hacerlo, como dijo Obama, ¡Sí, podemos!