Los jóvenes de hoy en día

Si escriben en un buscador de internet las palabras que encabezan este escrito, encontrarán numerosísimas referencias sobre el tema, casi todas quejumbrosos lamentos por una juventud echada a perder.

Si observan cómo se representa la juventud en muchas series de televisión y ciertas películas de cine, uno tiene la sensación de que, a la vuelta de cualquier esquina, va a ser atacado por una jauría de promiscuos absentistas escolares, de nariz empolvada, sedientos de sangre, chorreando alcohol y apestando a humo de papelinas. Los guionistas, inspirados por extrañas colecciones de lugares comunes, supuestamente rentables desde el punto de vista económico, se empeñan en llenar los platós de muchachos en los que espero sinceramente que muy pocos veamos, siquiera mínimamente, reflejados a nuestros hijos.

Cristtyspain”, seudónimo con el que de una joven de 19 años presenta su “vídeo-blog”, se queja, y con razón, de la falsa imagen que se difunde de la juventud en cierta película, que estos días se proyecta en los cines, premiada al mejor co-guión con una cartera ministerial y que alguien subtituló como “una propuesta sin tabúes sobre los jóvenes de hoy”, y recuerda que ya Sócrates se refería a los jóvenes en estos términos: “la juventud de hoy ama el lujo, es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto, contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”.

Resulta muy sorprendente comprobar que hace 2.500 años funcionaban clichés muy parecidos a los actuales, como si quienes los difunden nunca hubieran sido jóvenes o no tuvieran hijos y, habiendo nacido adultos en un lejano planeta, descendieran en su nave espacial sobre esta selva poblada de homínidos para comprobar cómo sus cachorros los devoran implacablemente sin que puedan hacer nada para remediarlo. Parafraseando lo que Tito Marcio Plauto escribió en su comedia de los Asnos: Lupus est adolescens homini, non homo, quom qualis sit non novit (Lobo es el adolescente para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro).

Quienes a diario trabajan con nuestros hijos, desde colegios e institutos, saben muy bien que esta imagen que se ha mantenido a lo largo de la historia, casi inalterable, es completamente falsa. Cada etapa de la vida tiene características propias, comunes a todos sus miembros pero todas y cada una de ellas matizadas por la propia personalidad y moldeadas por la educación y el ambiente. No podemos encerrar toda esa riqueza en un simple estereotipo, no debemos elevarla al rango de categoría formal con alcance general, sólo para no aplicarnos en la tarea de conocer al otro.

Es cuestión de confianza, de respeto, de constancia, a veces de paciencia y siempre de educación. Debemos tener confianza y recordar que todos hemos sido jóvenes ¿con qué derecho vamos a pensar que la generación que nos ha relevado de nuestra juventud es peor que la nuestra o que manejará deficientemente su futuro? Tenemos que mostrar respeto por los jóvenes si queremos obtener de ellos el mismo trato. No podemos rendirnos al primer fracaso, y extender la especie a todos por el error de unos pocos. Hay que saber esperar el resultado, dejar que la fruta madure en la rama hasta alcanzar su sazón.

Los jóvenes de los que amargamente se quejaba Sócrates son los padres de una generación que engendró otra y ésta otra y otra…, y así hasta la nuestra y, que yo recuerde, ese largo camino, empedrado con terribles episodios históricos y crueles conflictos, provocados por los adultos del momento, nos ha traído hasta aquí y nos seguirá llevando al futuro que queramos alcanzar, empujados por nuestros hijos, que tomarán el relevo y continuarán hacia adelante. Sólo necesitan que confiemos en ellos y les ayudemos a alcanzar su meta.

San Juan Bosco, nombrado “Padre, Maestro y Amigo de los Jóvenes” por Juan Pablo II, resume perfectamente la idea al decir que “no basta amar a los jóvenes, es necesario que se den cuenta que se les ama. Quien es amado obtiene todo, especialmente de los jóvenes”.


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