¿Somos, y siempre seremos, España?
Por si había alguna duda, Obama lo deja claro, comienza su discurso diciendo "Si todavía queda alguien por ahí que aún duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta" , subraya que "somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América" y termina con "que Dios bendiga a los Estados Unidos de América".
Desde hoy es reconocido por todos los americanos como su futuro presidente, no el que representa al 51% de los ciudadanos que le han votado, no el que representa a un partido que quiere aniquilar al otro, sino el que representa al 100% de los americanos.
Éste es el valor de la democracia Americana y ésta es la lección que nos dan en cada proceso electoral y que en esta vieja España aún no hemos aprendido.
El actual presidente del gobierno de España, como le gusta ahora llamarse, no dudó durante su primera campaña y mandato en poner en cuestión la Constitución española, el concepto de nación y todos los principios fundamentales que sustentan nuestra convivencia, en un ejercicio de huida hacia adelante atropellado, cuajado de propaganda que, como cortina de espeso humo, sólo pretendía ocultar su empecinamiento ideológico. ¡Qué diferente sería todo si este mismo presidente hubiera iniciado su mandato con una apelación a los principios!., ¡que distinto si le hubiéramos oído decir desde un principio "somos, y siempre seremos, España"! Nos pareceríamos más a una democracia madura si hubiera hablado a los Españoles de los problemas que tenemos y de las soluciones que propone, dejando al margen las dudas sobre nuestra identidad.
Por otra parte, y con el mismo estilo (o talante) democrático que Obama, característico de los políticos americanos, McCain ha reconocido inmediatamente su derrota: "El pueblo americano ha hablado y ha hablado claro" y ha apremiado a sus votantes a apoyar al nuevo presidente, que lo será, de los Estados Unidos de América: "Llamo a todos los americanos que me apoyaron a que me sigan no sólo felicitando a Obama, sino ofreciendo a nuestro nuevo presidente toda su buena voluntad".
¿Podría Rajoy haber dicho lo mismo desde el balcón de Génova en la noche de las últimas elecciones generales? Lo hizo, a su modo, felicitó al rival y le deseo suerte, pero no pudo ir más allá, no porque Mariano Rajoy no tenga la elegancia ni el talante necesario, sino porque el actual presidente lo impide, no es sentido por muchos españoles como el presidente de todos porque parece que no quiere serlo, y no lo sentimos así por una razón fundamental, porque no tenemos ni la menor idea de qué defiende, de qué tipo de nación promueve, de qué principios representa, de a dónde pretende que le sigamos... y, lo que es peor, tenemos la sensación de que se dedica a atacar los principios que, hasta hace no mucho, desde la recién nacida democracia, compartíamos la inmensa mayoría de los españoles y que nos unían como pueblo.
Siento envidia del pueblo Americano por los líderes que tienen, por como se reinventan a cada paso sin menoscabar lo que les une, por la profundidad de su democracia que les permite elegir a su presidente y al mismo tiempo decidir sobre quien será el sheriff del pueblo, el fiscal o las medidas que han de tener las jaulas para aves de corral, con la mayor naturalidad.
Espero que aprendamos pronto estas lecciones sin la necesidad de sufrir los traumas que les han echo a ellos una nación fuerte y segura de sí misma.
Desde hoy es reconocido por todos los americanos como su futuro presidente, no el que representa al 51% de los ciudadanos que le han votado, no el que representa a un partido que quiere aniquilar al otro, sino el que representa al 100% de los americanos.
Éste es el valor de la democracia Americana y ésta es la lección que nos dan en cada proceso electoral y que en esta vieja España aún no hemos aprendido.
El actual presidente del gobierno de España, como le gusta ahora llamarse, no dudó durante su primera campaña y mandato en poner en cuestión la Constitución española, el concepto de nación y todos los principios fundamentales que sustentan nuestra convivencia, en un ejercicio de huida hacia adelante atropellado, cuajado de propaganda que, como cortina de espeso humo, sólo pretendía ocultar su empecinamiento ideológico. ¡Qué diferente sería todo si este mismo presidente hubiera iniciado su mandato con una apelación a los principios!., ¡que distinto si le hubiéramos oído decir desde un principio "somos, y siempre seremos, España"! Nos pareceríamos más a una democracia madura si hubiera hablado a los Españoles de los problemas que tenemos y de las soluciones que propone, dejando al margen las dudas sobre nuestra identidad.
Por otra parte, y con el mismo estilo (o talante) democrático que Obama, característico de los políticos americanos, McCain ha reconocido inmediatamente su derrota: "El pueblo americano ha hablado y ha hablado claro" y ha apremiado a sus votantes a apoyar al nuevo presidente, que lo será, de los Estados Unidos de América: "Llamo a todos los americanos que me apoyaron a que me sigan no sólo felicitando a Obama, sino ofreciendo a nuestro nuevo presidente toda su buena voluntad".
¿Podría Rajoy haber dicho lo mismo desde el balcón de Génova en la noche de las últimas elecciones generales? Lo hizo, a su modo, felicitó al rival y le deseo suerte, pero no pudo ir más allá, no porque Mariano Rajoy no tenga la elegancia ni el talante necesario, sino porque el actual presidente lo impide, no es sentido por muchos españoles como el presidente de todos porque parece que no quiere serlo, y no lo sentimos así por una razón fundamental, porque no tenemos ni la menor idea de qué defiende, de qué tipo de nación promueve, de qué principios representa, de a dónde pretende que le sigamos... y, lo que es peor, tenemos la sensación de que se dedica a atacar los principios que, hasta hace no mucho, desde la recién nacida democracia, compartíamos la inmensa mayoría de los españoles y que nos unían como pueblo.
Siento envidia del pueblo Americano por los líderes que tienen, por como se reinventan a cada paso sin menoscabar lo que les une, por la profundidad de su democracia que les permite elegir a su presidente y al mismo tiempo decidir sobre quien será el sheriff del pueblo, el fiscal o las medidas que han de tener las jaulas para aves de corral, con la mayor naturalidad.
Espero que aprendamos pronto estas lecciones sin la necesidad de sufrir los traumas que les han echo a ellos una nación fuerte y segura de sí misma.