La suerte de los funcionarios y los billetes de 500€
No recuerdo si he llegado a tener en la mano alguna vez uno de los 108 millones de billetes de 500€ que el gobierno quiere aflorar, creo que no, ni de esos ni de los que circulan legalmente. Sin embargo son de uso común, diario, en las cajas de cualquier supermercado. Muchas personas hacen la compra ordinaria empleando ese tipo de moneda con toda normalidad. Esos billetes no se sacan del cajero.
En febrero de 2006, más de la cuarta parte de todos los billetes de 500€ de la Unión Europea circulaban por España. Es evidente que esa masa monetaria circula por las cloacas de la economía, sustrayéndose al pago de impuestos. Los impuestos que ese dinero no paga los pagamos los asalariados, los que nunca hemos visto uno de esos billetes. Pagamos nuestros impuestos más los de los ricos.
La economía funciona de un modo muy similar a los ecosistemas, es necesario un aporte de energía y materia exterior constante para que el sistema sea productivo, pero si se retira más producción de la que la entrada de energía y materia permite, el sistema se colapsa y muere.
Los fuertes crecimientos del PIB se acompañan de fuertes incrementos de la economía sumergida que, a modo de aspiradora, ha ido succionando más riqueza de la que producíamos, acumulando dinero negro insolidario hasta poner el sistema en riesgo. Si no hay dinero en circulación no hay crédito y la producción se detiene, se destruye el tejido productivo y si no se pone remedio, la situación se termina haciendo irreversible.
Basta echar un vistazo al aspecto que presentan miles de hectáreas de terrenos, un día ricos vergeles y ahora irrecuperables desiertos, para hacernos una idea de lo que puede suceder en la economía de seguir por este camino.
Sabemos quiénes son los responsables de todo esto, no hay que acudir a vagas generalidades como los “neocon” o Bush, los verdaderos responsables son los gobernantes que, por inacción, lo han permitido y las personas que, a nuestro alrededor, hacen la compra con billetes de 500€.
El otro día me encontré con uno de ellos y, por charlar, le pregunté por la crisis; compungido me contó que no vendía ni un piso y que alquilaba poco y seguidamente me espetó ¡qué suerte tenéis los funcionarios!... ganas me dieron de decirle cuatro cosas, pero ¿para qué?, no entendería nada si le recuerdo la enorme cantidad de dinero negro que ha manejado en estos años, mientras los funcionarios suplíamos sus impuestos evadidos, y él se enriquecía y hacía crecer su patrimonio a costa de intermediar en operaciones opacas a hacienda.
Lo peor de todo es que él está convencido de que ha actuado bien, no tiene mala conciencia y, si la cosa se mueve por do solía, volverá a las andadas como si tal cosa, olvidando, mientras conduce su coche de lujo y coloca sus billetes de 500€, la suerte de los funcionarios.
Pues la paradoja es que no nos queda otra que ayudar a sujetos como ese a sostener sus negocios para que la economía no se colapse, para que el dinero circule de nuevo y para que se renueve la creación de riqueza. La solución no es echarles la culpa ahora de todos nuestros males. Como dijo Obama, si se quema la casa de tu vecino, acudirás a apagarla antes de que el fuego llegue a la tuya, sin perder tiempo elucubrando sobre su responsabilidad en el incendio.
Ahora hay que aprender la lección y poner los medios necesarios y hacer las reformas estructurales imprescindibles para que en el próximo ciclo desaparezcan las aspiradoras de dinero y la carga impositiva se reparta entre todos. Así pagaremos menos y seremos más felices.