Una niebla ligera
Al principio era sólo una niebla ligera, casi imperceptible, muy poco densa y que por su levedad se acumulaba en las capas altas sin que nadie le prestara más atención que al polvo que levanta un estornudo.
El conocimiento bien podía convivir con una cierta cantidad de esa fatua mediocridad, incluso le servía de inofensivo entretenimiento y diversión, sin embargo, igual que el anhídrido carbónico se ha ido acumulando en la atmósfera, inadvertido, hasta atrapar demasiado calor en su seno, la frivolidad y superficialidad del pensamiento se han ido acumulando en las capas altas de la sociedad, hasta constituir una costra amenazante, que va camino de transformarse en una corteza sólida y compacta que flota sobre los restos de la inteligencia y del conocimiento, sin permitir que éstos asomen a la superficie.
Sólo los gases más ligeros de la estulticia consiguen escapar por las grietas de la mediocridad distrayendo así a las masas que se encuentran cómodas bajo la protección del abrigo de trivialidad que las protege, entretenidas con las ideas felices que, a modo de fuegos de artificio, producen sus dirigentes. Así, la sociedad inmóvil, se defiende de su enemigo más temido: el cambio.
La madre de Forrest Gump decía a su hijo "tonto es el que hace tonterías", y esa es la garantía de que no hará otra cosa, de que no provocará cambios, por lo que un tonto es muy seguro en un puesto de responsabilidad. En los tiempos que corren la inteligencia se ha vuelto peligrosa porque es motor de cambios.
José Ortega y Gasset primero y Laurence J. Peter, después, trataron de advertirnos sobre la capacidad de ascenso de la incompetencia, limitada en la empresa, pero ilimitada en la política y en la administración pública. Lo reflejó muy bien Jerzy Kosinski en la novela "Desde el jardín" que llevó magistralmente al cine, justo antes de morir, Peter Sellers, con el título en España de "Bienvenido, Mr. Chance".
La evolución de la sociedad ha deparado en la producción de esa corteza protectora, que asegura su estabilidad, ahogando la inteligencia hasta el punto de que renuncia a intentar el cambio y se resigna a sobrevivir en la clandestinidad, esperando tiempos mejores que no llegarán.
Pero todo hueco ha de llenarse de algo y así, el vacío que ha dejado el pensamiento en las mentes comunes, lo ha rellenado con éxito el sentimiento. En palabras del Duque François de La Rochefoucauld, "La inteligencia no podría representar mucho tiempo el papel del corazón". No es necesario cuestionarse las ideas ni tomar decisiones, sólo hemos de apoyar a unos o a otros, ser "fans" que, en número suficiente, estabilicen su porción de corteza para sostener el sistema en un equilibrio inmutable y suficientemente seguro.
Y todo esto ¿es bueno o malo?, pues ni bueno ni malo, me temo que es el resultado evolutivo de la selección natural, que prima una u otra característica de los seres vivos en función del éxito que le reporte para la expansión de la vida y, he de decir que, por lo que respecta a La Vida, le da lo mismo conseguir expandirse a partir de un hongo unicelular que a partir de una especie supuestamente inteligente como la nuestra.
Como dicen en Segovia, "tendrá que ser así", hay que resignarse a vivir en la época en la que nos ha tocado y no pelear con gigantes que no son más que molinos de viento que giran ignorantes de nuestras cuitas.
No queda más actitud que la de encogernos de hombros ante el espectáculo diario de quienes nos gobiernan y sus ocurrencias...
Si, ya lo se, no puede conformarse, por muy bien que lo disimule, ud. es inteligente y, tarde o temprano, tratará de buscar el cambio y surgir, como surge la lava, a través de cualquier grieta en la corteza. Sólo espero que la erupción sea muy grande y que remueva la mayor cantidad de sedimento posible, subduciendo una cantidad suficiente de corteza como para empezar otra vez.
El conocimiento bien podía convivir con una cierta cantidad de esa fatua mediocridad, incluso le servía de inofensivo entretenimiento y diversión, sin embargo, igual que el anhídrido carbónico se ha ido acumulando en la atmósfera, inadvertido, hasta atrapar demasiado calor en su seno, la frivolidad y superficialidad del pensamiento se han ido acumulando en las capas altas de la sociedad, hasta constituir una costra amenazante, que va camino de transformarse en una corteza sólida y compacta que flota sobre los restos de la inteligencia y del conocimiento, sin permitir que éstos asomen a la superficie.
Sólo los gases más ligeros de la estulticia consiguen escapar por las grietas de la mediocridad distrayendo así a las masas que se encuentran cómodas bajo la protección del abrigo de trivialidad que las protege, entretenidas con las ideas felices que, a modo de fuegos de artificio, producen sus dirigentes. Así, la sociedad inmóvil, se defiende de su enemigo más temido: el cambio.
La madre de Forrest Gump decía a su hijo "tonto es el que hace tonterías", y esa es la garantía de que no hará otra cosa, de que no provocará cambios, por lo que un tonto es muy seguro en un puesto de responsabilidad. En los tiempos que corren la inteligencia se ha vuelto peligrosa porque es motor de cambios.
José Ortega y Gasset primero y Laurence J. Peter, después, trataron de advertirnos sobre la capacidad de ascenso de la incompetencia, limitada en la empresa, pero ilimitada en la política y en la administración pública. Lo reflejó muy bien Jerzy Kosinski en la novela "Desde el jardín" que llevó magistralmente al cine, justo antes de morir, Peter Sellers, con el título en España de "Bienvenido, Mr. Chance".
La evolución de la sociedad ha deparado en la producción de esa corteza protectora, que asegura su estabilidad, ahogando la inteligencia hasta el punto de que renuncia a intentar el cambio y se resigna a sobrevivir en la clandestinidad, esperando tiempos mejores que no llegarán.
Pero todo hueco ha de llenarse de algo y así, el vacío que ha dejado el pensamiento en las mentes comunes, lo ha rellenado con éxito el sentimiento. En palabras del Duque François de La Rochefoucauld, "La inteligencia no podría representar mucho tiempo el papel del corazón". No es necesario cuestionarse las ideas ni tomar decisiones, sólo hemos de apoyar a unos o a otros, ser "fans" que, en número suficiente, estabilicen su porción de corteza para sostener el sistema en un equilibrio inmutable y suficientemente seguro.
Y todo esto ¿es bueno o malo?, pues ni bueno ni malo, me temo que es el resultado evolutivo de la selección natural, que prima una u otra característica de los seres vivos en función del éxito que le reporte para la expansión de la vida y, he de decir que, por lo que respecta a La Vida, le da lo mismo conseguir expandirse a partir de un hongo unicelular que a partir de una especie supuestamente inteligente como la nuestra.
Como dicen en Segovia, "tendrá que ser así", hay que resignarse a vivir en la época en la que nos ha tocado y no pelear con gigantes que no son más que molinos de viento que giran ignorantes de nuestras cuitas.
No queda más actitud que la de encogernos de hombros ante el espectáculo diario de quienes nos gobiernan y sus ocurrencias...
Si, ya lo se, no puede conformarse, por muy bien que lo disimule, ud. es inteligente y, tarde o temprano, tratará de buscar el cambio y surgir, como surge la lava, a través de cualquier grieta en la corteza. Sólo espero que la erupción sea muy grande y que remueva la mayor cantidad de sedimento posible, subduciendo una cantidad suficiente de corteza como para empezar otra vez.